viernes, 30 de noviembre de 2007


Asegura psicólogo de la UNAM

Determinante la atención de mamás en el aprendizaje de los niños

El comportamiento de la madre suele ser aversivo porque provoca en el niño una conducta de rechazo

Alma Espinosa

Si la madre no pone atención al niño cuando hace sus tareas escolares o considera engorrosa la actividad de ayudarlo, surge entre ambos un reforzamiento negativo en el que tienen respuestas que en nada contribuyen al desarrollo intelectual del menor, explicó Ariel Vitte Sierra, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante el XVIII Congreso Mexicano de Análisis de la Conducta.

En el evento organizado por el Instituto de Psicología y Educación de la Universidad Veracruzana (UV), el académico comentó que cuando la madre considera que la ayuda en las tareas no le corresponde y en cambio es una obligación de la escuela, se denota una falta de atención, que seguramente no inició ahí.

Cuando el niño entra en el juego del aprendizaje y elaborar tareas escolares, muchas veces la madre además de que no pone atención muestra signos de indiferencia al no mirarlo o hablarle de una forma poco adecuada o agresiva. Incluso, agregó, se ha visto que estudiantes de psicología o pedagogía tienen las mismas reacciones cuando se les pide ayudar a los niños a hacer la tarea.

Dijo que no se encontrará colaboración del niño para realizar actividades, principalmente escolares, si no encuentra respuesta a sus acciones; por ejemplo, si el niño sonríe y no le corresponden con una sonrisa o voltea a ver a las personas y éstas no lo miran.

El niño que no encuentra una respuesta positiva de la madre cuando él obedece y hace sus tareas, nota esa falta de atención y reacciona al comportamiento de la madre a través de la suspensión de la tarea, con lo que sale del programa de aprendizaje. Posteriormente, ambos inician una interacción de confrontación en la que la madre se comporta de la misma manera que el niño: mal, porque ella sigue gritando.

Otra forma de reaccionar del niño al no tener la atención de la madre mientras trabaja con los materiales educativos, es jugar con el lápiz, patear el suelo y mirar hacia otro lado. Sólo de esta forma la mamá le pone atención, incluso lo amenaza con quitarle alguna cosa o suspender algún privilegio que tenga.

La situación concluye cuando el niño avienta las cosas, da la espalda, se cruza de brazos, deja de ver el material y pone cara compungida, se retira definitivamente de la tarea y no acepta las cosas que la madre le ofrece. De esta forma se cierra el círculo en que ambos participan.

La explicación que ofreció el académico al respecto es que la conducta impredecible de la madre tiene propiedades aversivas. Dijo que la madre presenta una falta de alternancia en su conducta, es inflexible, siempre agresiva y nunca reforzante. Esto se presenta a pesar de que el niño muestre variaciones en su comportamiento. El comportamiento de la madre es aversivo porque provoca en el niño una conducta de rechazo y que actúe igual que ella, con lo que se genera un intercambio de conductas aversivas.

Aclaró que el mecanismo básico que está detrás de todo es el reforzamiento negativo, que se origina por una relación aversiva en la que el primer evento es castigante por alguna razón. Empieza cuando la madre castiga una conducta e insiste en ello, y si baja la intensidad de los castigos utiliza amenazas, advertencias o gritos que cambian el comportamiento.

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