lunes, 22 de octubre de 2007

Pueden transmitirse miedo, ansiedad
y depresión a través del olfato

*Los pacientes con enfermedades terminales o crónicas como la diabetes, tienen olores muy característicos, que contagian su sufrimiento

Dunia Salas Rivera

El miedo, la ansiedad y la depresión pueden transmitirse a distancia de un individuo a otro debido a la importante participación del sistema olfativo en este proceso, aseguró Ana Gloria Gutiérrez García, investigadora del Laboratorio de Neurofarmacología del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV).

Gutiérrez García, junto con el equipo de trabajo encabezado por el director del laboratorio, Carlos Contreras, han estudiado cómo en modelos animales los estímulos odoríferos pueden llegar a inducir estrés psicosocial y los efectos que tienen a nivel de las estructuras cerebrales que participan en el procesamiento emocional.

“La 2-heptanona, una sustancia cetónica muy volátil, parece estar siendo secretada en la orina de la rata y estar liberándose para informar a otra rata que hay peligro en el entorno. La rata que recibe esta información olfativa incrementa su ansiedad, genera desesperanza, tiene una baja motivación en su comportamiento, el cual se revierte cuando le damos antidepresivos”, precisó.

Esto quiere decir, añadió la psicóloga, que su estado de ánimo se modifica al percibir que otro compañero está siendo lastimado y que ella no puede hacer nada.

“En el caso de los humanos, esta investigación permitiría explicar ciertos comportamientos; por ejemplo, los pacientes con enfermedades terminales como el cáncer, o crónicas como la diabetes, tienen olores muy característicos, que contagian su sufrimiento”, explicó.

Ana Gloria Gutiérrez puso como ejemplo el hecho de que cuando uno llega a un cuarto de un paciente terminal el olor que se percibe provoca un estado de desconsuelo y desesperanza: “En el caso del ser humano, a diferencia de las ratas con las que se investiga, hay aspectos culturales, de aprendizaje o visuales que intervienen en este proceso”, puntualizó.

Asimismo, tienen un proyecto para ver las feromonas de afinidad: “Esto involucra los afectos, es decir, por qué nos sentimos atraídos por ciertas personas y cómo ciertas sustancias odoríferas, a las que no se les ha reconocido su naturaleza química ni qué función tienen en el comportamiento pudieran estar modulado”.

La investigadora dijo que se trata de modelos animales que permiten comprender cómo se modulan ciertos comportamientos, en este caso las sustancias odoríferas, cómo el sistema olfativo pudiera detectar ciertas sustancias que nos permitan rechazar o aceptar a un individuo.

“También estamos investigando si en la simpatía y empatía que podemos sentir hacia los demás se pudieran estar involucrando feromonas de afecto y afinidad, por qué elegimos como compañero de trabajo o estudio a una determinada persona y no a otros.”

En el caso de las feromonas de afinidad, comentó, parecen no ser sustancias volátiles sino ácidos grasos, algunos esteroides como los andógenos.

“Estas son moléculas no volátiles o con otro peso molecular. Parecen ser diferentes sustancias las de alarma y las de atracción. Pueden ser parte del mismo proceso metabólico, pero si se trata de un comportamiento ansioso se va a dirigir a las cetonas; en cambio, si se trata de un comportamiento de afinidad quizá ya no siga todo el proceso metabólico de las cetonas sino que se queda en otro proceso bioquímico intermediario”, puntualizó.

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