lunes, 29 de octubre de 2007

Bucareli
Jacobo Zabludovsky


Siempre Madrid

Esta noche cenaremos con los reyes de España en el Casón del Buen Retiro. Se inaugura, después de cinco años de obras, la ampliación más importante del Museo del Prado en su bicentenaria historia.

Triunfador en un concurso internacional el proyecto del arquitecto Rafael Moneo permitirá sacar de las bodegas obras magníficas y desconocidas. Se agregan 22 mil metros cuadrados al edificio original de Juan de Villanueva que desde su nacimiento tuvo problemas de espacio.
Don Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, me dice: “La ampliación va a ser un lugar de acogida para el público, para orientar al visitante, con salas de exposiciones temporales que evitarán lo que hasta ahora hace el museo: descolgar obras para colgar las visitantes. Parte del ala nueva se destina a la actividad privada de la institución, talleres de restauración, gabinetes de dibujo, depósitos de obras de arte”.

¿Hay alguna idea de integración de los edificios en torno al cubo de Moneo? “En estos momentos termina una parte de la ampliación que es la incorporación del claustro de la Iglesia de los Jerónimos y dentro de muy poco podremos poner en marcha el Casón del Buen Retiro, construido en 1627, como centro de estudios de la estructura académica del museo. La última pieza del campus será la incorporación del Salón de Reinos que hasta ahora ha sido Museo del Ejército”.

Recuerdo la cercanía de la vieja casa de la Real Academia Española y le pregunto a Víctor García de la Concha, director, sobre su visión de conjunto: “Moneo ha logrado una verdadera obra de arte al definir espacios bellísimos con lo cual se ha rescatado toda la parte trasera del Prado.
Se ha creado la unión que se abre hacia el jardín botánico y al edificio de la Real Academia Española. La fachada de Moneo dialoga con la textura de la Academia y nace un entorno ciudadano, urbano, al mismo tiempo que se crea un conjunto excepcional compuesto por el Prado, la ampliación del Prado, el Casón del Buen Retiro y cercanos los museos Thyssen y Reina Sofía y le queda a Madrid toda esta zona como un verdadero paseo artístico, reforzado con la remodelación del propio Paseo del Prado.
Un logro excepcional”. La Real Academia Española y el Museo del Prado, juntan el placer de la vista y el uso del idioma. “Sin duda, es una vecindad que existió desde el comienzo.
Los reyes, a fines del siglo XIX, donaron a la Academia esta zona del Buen Retiro, donde ya existía el Museo del Prado y la arquitectura habla con esta casa que no es solamente de la Real Academia Española, sino de todas las academias”.
Toda la semana será gratuita la entrada al museo, incluyendo el Casón del Buen Retiro, donde el Guernica de Picasso se instaló temporalmente antes de alojarse en el Reina Sofía y que el año próximo lucirá la obra del italiano Lucas Jordán.

Con una mezcla de alegría y envidia pienso la falta que hace en México un gran museo de arte que pudiera competir con los grandes museos convertidos en atractivos turísticos tan poderosos que, como en el caso de Bilbao, un solo edificio puede transformar toda una ciudad.
El Museo de Antropología, muy especializado, cumplió 40 años. El Rufino Tamayo relativamente pequeño va por los 30. Los demás son adaptaciones de viejas casas o salas sin posibilidad de ampliación.
Frente a este Museo del Prado duplicado y enriquecido con las técnicas y enseñanzas de la museografía moderna, lamento la falta de visión de quienes en México dilapidaron caudales en obras tan costosas como intrascendentes. El gran museo de arte puede ser la tarea a realizar en este sexenio.

Pero vuelvo a Madrid donde la semana iniciada con la fiesta del museo se prolonga periodísticamente de una manera abrumadora.
Esta tarde a las 6, César Antonio Molina, ministro de Cultura, entregará por primera vez en España el Premio Octavio Paz en su octava edición al poeta catalán Peré Gimpferrer, en la residencia de estudiantes donde viven desde 1927 los fantasmas de Alberti, Lorca, Buñuel y Dalí y en presencia de Mari Jose, la viuda de Octavio y la crema de la intelectualidad española actual.

Mañana martes Plácido Arango, presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, nos cita a los patronos internacionales a la primera sesión de trabajo, para formular los programas de apoyo al museo ampliado.
El miércoles el Congreso de los Diputados votará la Ley de la Memoria Histórica, con objeto de retirar los últimos vestigios del franquismo en España desde el Valle de los Caídos hasta los muros de las parroquias pueblerinas. Dentro de unas horas concluye el juicio más importante contra un núcleo terrorista en España.
Serán sentenciados los culpables del atentado del 11 de marzo en la madrileña estación de Atocha. El jueves celebraremos cien años de la Inauguración de la Gran Vía.
Las obras de destrucción de un Madrid laberíntico comenzaron en 1887 y terminaron hace exactamente un siglo que cumple y festeja la avenida que Agustín Lara prometió alfombrar con claveles cuando María llegara a Madrid. Menudo motivo para el jolgorio.
Y la cereza del pastel será puesta el viernes cuando el gobierno de la Villa y Corte se mude de su pequeña casa del barrio de los Austrias al Palacio Postal, bautizado por los madrileños socarrones como Nuestra Señora de la Posta, que con el Banco de España, el Ministerio de la Marina y la Casa de América circundan la Fuente de la Cibeles.
Al mismo tiempo el filósofo Fernando Savater y Rosa Díez, ex eurodiputada, crean el Movimiento Democrático, nuevo partido político.

Pretextos no faltan para estar en Madrid, pero tantos en cinco días nos obligan a hacer aquí nuestro programa de radio. Y ¿dónde cree usted que están los estudios de la Cadena SER, desde cuyas cabinas transmitimos? Acertó.

En la Gran Vía.

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