viernes, 10 de agosto de 2007

A sus 16 años soporta a jóvenes y viejos por $150

Martha “N” niega tener problemas por prostituirse, pues a sus 16 años la vida la ha tratado mal, y ahora sólo busca sobrevivir. Lo primero, satisfacer el hambre.

La joven procedente del estado de Hidalgo platicó sobre su actividad. Esbelta, de estatura baja, piel morena, peinada con una “cola de caballo” y reacia al trato, la menor aún conserva rasgos y gestos de la infancia interrumpida por la pobreza y la necesidad.

—¿Tu apariencia no afecta el negocio, no ahuyenta a los clientes?—Depende. Atraes a los chavos; en algunos momentos ellos son menos agresivos y peligrosos que los viejos, porque son más ingenuos, pero están más pobres; pero también a los señores que se quieren sentir jóvenes, hay de todo. Me gusta más vestirme como una chava de mi edad. Que trabaje en la calle no implica que me pueda vestir como una muchacha.

Por las noches sí me visto más “provocativa” —deja salir una sonrisa que cubre con su mano—, es cuando caen más clientes; será porque está oscuro y no los reconocen, o porque andan borrachos, quién sabe.—¿Hace cuanto llegaste a la ciudad y con quién?

Hace tres años, cuando mi prima me trajo de Hidalgo; allá éramos pobres, no había ni agua para tomar o bañarnos, sólo piedras y llanos.

Es mejor aquí— en esos momentos enseña su teléfono celular como una muestra de que su suerte ya le cambió.

—¿Cómo atraes a tus clientes?
—Les digo cosas que les gusten.
—¿Qué cosas?
—Que si van a querer, que yo los voy a tratar mejor que su esposa, que si no me quieren enseñar. A algunos les da risa, a otros los ofende y mueven la cabeza, pero otros se regresan a preguntar el precio.

Por 150 pesos, Martha sostiene relaciones sexuales con quien los pueda pagar; sin embargo, es el gancho, ya que la tarifa comprende sólo 10 minutos de placer, si el cliente se pasa tendrá que pagar más; lo mismo sucede si quieren que se desnude totalmente o si desean una posición especial, son 50 pesos extra. Tomado de La Crónica

Ya con un poco de confianza, la menor comenta que más del 50 por ciento de sus ganancias se la deja a las autoridades para que pueda trabajar, así como al padrote que la protege de los clientes agresivos y demás peligros de la vida galante.

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