viernes, 28 de diciembre de 2007


Campesino yucateco torna cueva en un bar


La necesidad de proporcionar bienestar a su familia llevó al campesino Eduardo Mukul Batún a crear un concepto original de negocio: un restaurante-bar dentro de una caverna o sascabera –como tradicionalmente se le conoce en Yucatán- donde, por precios económicos, los parroquianos beben cervezas y licores y degustan botanas regionales.


De 65 años de edad y escasos estudios, Eduardo sabe lo que es pasar penurias como campesino netamente maya, cuando la tierra ya no es tan productiva como antaño y con 12 hijos.
Ante la falta de dinero, Don Lalo, como se le conoce en esta población del oriente de Yucatán –a 120 kilómetros de Mérida-, planeó con varios de sus vástagos un changarro que les permitiera subsistir dignamente y tener, hacia el futuro, una mejor condición de vida, detalla en entrevista.


El sitio es original. Mesas y barra para atender diario a 50 o 60 clientes; comida, botanas, cervezas, licor y refrescos embotellados. Todo en el interior de una cueva, con sus escalinatas para bajar, iluminación interior y el aire fresco que brota del sitio natural, rodeado de árboles frondosos. La cueva es segura porque está apuntalada con bases de concreto.


Ahora, después de un año de funcionamiento, Don Lalo ya obtuvo recursos para construir baños, pues antes los clientes hacían sus "necesidades fisiológicas" en pleno monte.


Este hombre curtido en las labores del campo y visionario microempresario, sostiene que en Tekom se registra alta migración de habitantes. Algunos se van a los Estados Unidos y otros a Quintana Roo, pero cuando la gente retorna se encuentra con la caverna-bar, bautizada así por sus hijos.


Después de varios meses, el negocio ya es reconocido entre los habitantes de Tekom y poblaciones cercanas y los clientes lo frecuentan.


-Todo está en regla; no hay nada ilegal, la sascabera es parte de mi propiedad y no le debo nada a nadie –precisa Mukul Balam.


Dice que ya invirtió al negocio poco más de 100 mil pesos, y con la ayuda de una conocida marca cervecera financió parte del changarro. Por ese medio obtuvo las mesas, las sillas y las bebidas; lo demás ha corrido a cargo del campesino maya.


Don Lalo indica que dos de sus hijos, Germán de la Cruz y Marco Antonio, pintaron las paredes de la cueva con figuras prehistóricas, al estilo de la Edad de Piedra, para hacer más atractivo el sitio y llamar la atención de los turistas que arriban a Tekom antes de visitar la zona arqueológica de Chichén Itzá y trasladarse a Cancún.


Eduardo sostiene que su concepto de negocio está acorde con el ecoturismo que agrada mucho a los visitantes extranjeros, sobre todo a los europeos.


Don Lalo es un hombre que admite ser esforzado y honrado. “Hay que trabajar para mantener a la familia; 12 hijos procreados no es fácil.


Algunos ya están casados, tengo nietos, pero todos trabajan. Unos venden salsas de chile habanero y hamacas en Cancún; otros laboran en el campo y los demás están metidos en el bar”, añade.


¡Salud por la caverna-bar de Tekom!

No hay comentarios: