viernes, 22 de febrero de 2008



Itinerario Político
Ricardo Alemán

Ley mediática: moneda de cambio

Se constituyó de manera formal el Frente Nacional por la Reforma de Medios Electrónicos

Impedirán que nuevamente fracasen cambios impostergables y fundamentales para la radio y la tv

En buena hora un grupo de periodistas, intelectuales y políticos se dio a la tarea de afinar un importante instrumento social que empujará las reformas a la Ley de Radio y Televisión —junto con medio centenar de organizaciones civiles—, ya que en esa enmienda parece amenazada por los efectos nocivos del deporte político de moda: el trueque. ¿De qué estamos hablando?

Bueno, primero hay que decir que el pasado miércoles 20 de febrero se constituyó de manera formal el Frente Nacional por la Reforma de Medios Electrónicos —que reúne a especialistas del tema, periodistas, académicos, intelectuales y organizaciones gremiales de medios—, que al momento de su nacimiento ya es uno de los más valiosos instrumentos sociales para impedir que nuevamente fracase una reforma impostergable y fundamental para una naciente democracia como la mexicana —como es el caso de la Ley de Radio y Televisión—, y que al final de cuentas pudiera ser relegada una vez más.

Y en segundo lugar, que en efecto, son muchos los indicios de que el cuestionado duopolio de la televisión y los caciques de la radio en que se ha convertido un puñado de familias que detentan el 90% de las frecuencias, empujan con toda su fuerza e influencia para impedir que se actualice y modernice —una vez más en décadas— la legislación mexicana que regula a los medios electrónicos de comunicación: la radio y la televisión.

Pero vamos por partes. Debemos recordar que al inicio del desastroso gobierno de Vicente Fox, muchos creyeron que ahora sí, con la caída del PRI y la llegada de la derecha al poder, se llevarían a cabo los cambios que todos esperaban, sobre todo en materia de la legislación en radio y televisión. ¿Por qué la importancia de esos medios electrónicos? Pues por la razón elemental de que durante décadas esos medios fueron el principal obstáculo para la transición democrática mexicana y el soporte de la antidemocrática sobrevivencia de los regímenes del PRI.

En una democracia electoral como la que nacía en ese julio del 2000 era intolerable seguir con las mismas reglas del juego en materia de radio y televisión. Llegó, como todos saben, Santiago Creel a la titularidad de Gobernación, y muchos incautos creyeron que ese hombre surgido de la sociedad civil era el bueno para hacer esos cambios. Sin embargo, Creel fue ‘tragado’ por la televisión y la radio y, al final de cuentas —y debido a sus ambiciones presidenciales— hizo todo lo que su partido y él mismo criticaron del PRI: valerse de la televisión y la radio para sus fines políticos personalísimos.

Pero eso no fue todo. Vinieron el decretazo y la ley Televisa, decisiones políticas que en conjunto no eran más que la entrega de las facultades del Estado a un puñado de barones de la radio y la televisión. En pocas palabras, que el primer gobierno no priísta, el de la alternancia y la democracia, resultó peor que el PRI. Pero también ocurrió lo impensable, que una vez concluido el proceso electoral de julio de 2006, la Suprema Corte, en un inédito que nadie esperaba, echó abajo la llamada ley Televisa que había sido aprobada por el Congreso en los días finales del gobierno de Fox.

Tampoco ahí paró el asunto. El Congreso electo en julio de 2006 aprobó una reforma electoral que, entre sus aspectos centrales, confirmó que en materia electoral quedaban fuera la radio y la televisión. Es decir, que a los excesos del poder mediático y fáctico de la radio y la televisión, los “anticuerpos sociales” del Estado mexicano respondieron con un golpe severo que acabó con los instrumentos que alteraron la jerarquía de los poderes del Estado para dejar sobre ellos al poder fáctico de los medios electrónicos.

Y cuando todos esperaban que con la velocidad que ameritaba el caso se aprobara la nueva Ley de radio y televisión, ocurrió que por todas partes surgieron inconvenientes. Sí, resultó que entre los grupos parlamentarios del PRI, PAN y PRD aparecieron legisladores a los que sólo les interesa que las cosas sigan como están.

En el PRD, que era el partido más preocupado, de pronto se cruzó el interés de dos potenciales presidenciables: Marcelo Ebrard, quien según versiones hizo un pacto con Televisa para cultivar su imagen como presidenciable. ¿Y quién creen que es el otro obstáculo? Pues sí, aunque se enojen, el señor López Obrador. Sí, ahora quiere tele. Y si para eso necesita bloquear la nueva Ley de radio y televisión, pues simplemente lo hace. Y punto.

En el PRI existen dos grandes obstáculos. El primero se llama Enrique Peña Nieto que, igual que Marcelo Ebrard, tiene un convenio con Televisa para engordar su imagen. Y el segundo es el grupo de Emilio Gamboa quien, ya saben en qué lenguaje, dijo que nada de nueva Ley de Radio y Televisión. ¿Y en el PAN y el gobierno federal? Bueno, a pesar de que el poder fáctico tiene castigado al panismo, hay voces que aseguran que la reforma energética “bien vale guardar la Ley de Radio y Televisión”. ¿Qué tal con esa partidocracia convenenciera?

Por lo pronto un sector de la sociedad civil tomó cartas en el asunto. Al tiempo.
En el camino

Para fortuna del que esto escribe, hace meses acabó la dependencia del tabaco. Aun así, estamos con aquellos que reclaman su derecho a fumar. Los que defienden ese derecho elemental estarán hoy a las 11:00 horas en el Fiesta Americana de Reforma para manifestar su rechazo al “fascismo sanitario”... En las próximas horas se definirá la terna para elegir al nuevo director de la Facultad de Derecho de la UNAM. Los que saben dicen que uno de los elegidos será Raúl Contreras Bustamante, actual director de Recursos Humanos de la Secretaría de Salud. Sin duda que su trayectoria lo avala.
aleman2@prodigy.net.mx

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