viernes, 22 de junio de 2007

¡Ni Zetas ni Pelones!

Walter Ramírez Aguilar
No patrón, no se confunda. Aquí ni Zetas ni Pelones. El narco en el estado lo controlan Shakas locales y la policía… y nadie más. Ahí si tiene toda la razón el general Juan Manuel Orozco Méndez. La plaza la dominan ellos. Ni Zetas ni Pelones. Todos los que estamos en esto le entramos con nuestro cuerno…
El que habla es uno de los varios narcomenudistas que trabajan en Xalapa. Platicar con él requirió de un esfuerzo de convencimiento de más de dos meses. Acompañarlo en sus jornadas fue también una tarea que requirió de entregarle algunos regalos y ganarnos su confianza.
Después de varios encuentros finalmente accedió a que lo acompañáramos para ver como se trabaja.
Las ganancias en este negocio son para los jefes, dice. Yo como tirador ganó bien, pero como también me gusta la chingadera pues ahí me la llevo para sobrevivir.
En este negocio todos se llevan su parte. Nadie hace nada sin que los buenos lo sepan. Todo es una máscara. Cuando nos agarran se hace mucho ruido, pero la neta es que salimos en dos o tres días, mientras se enfría el asunto.
Aquí en el estado el negocio lo controlan unas seis personas y en cada ciudad hay un distribuidor. Ese, el que controla la ciudad, es el que se encarga de los amarres y quien nos da la chamba a nosotros. Los tiradores somos los que nos llevamos la chinga.
Yo me dedico a esto porque sino andaría de malandro. Cómo sea es una chamba y gano un salario. Las ganancias van en relación a cómo me mueva, por cada grapa que vendo me pagan 10 pesos. Y es como en todos lados, a veces nos van chido y en ocasiones esto se pone jodido.
Mario dice que desde niño conoce este ambiente. Soy tirador porque no se hacer otra cosa. De chavo anduve loqueando y robé carros. Me late la adrenalina, pero es mucho arriesgue, como sea en este bisne las cosas están planchadas. Si me agarran en un ratito salgo. Mi patrón se encarga de todo.
Como le digo aquí todos le atoran. Los de la UMAN nomás hacen la faramalla, los comandantes reciben su mochada y todos felices y contentos. El negocio alcanza para todos.
Mario trabaja cada tercer día. Se mueve por toda la ciudad y su horario es de 12 horas. Cuando hay operativos federales no sale a trabajar y para cada día de inactividad recibe un salario de 300 pesos.
Su clientela es variopinto. Jóvenes, adultos, mujeres, profesionistas, policías y hasta funcionarios del gobierno estatal.
Para comprarle mercancía hay que marcar alguno de los tres números celulares que trae consigo. Se mueve en coche. Cada semana cambia de carro o en ocasiones sólo sobrepone placas de Veracruz a un mismo vehículo. La mayoría de las veces usa automóviles rentados. Todos son de modelo reciente y de cuatro cilindros ya que rinden mucho y gastan poca gasolina.
Lo mismo transita por la zona de Las Ánimas que por la Revolución. Recorre Los Sauces o circula por San Bruno. Se mueve por Ferrocarril Interoceánico o por la Miguel Alemán. Deambula por el Arco Sur o por la Obrera Campesina. Sus límites llegan hasta donde termina el municipio. No trasgrede los territorios de Banderilla o Emiliano Zapata.
Ahí el que manda es otro, dice elocuente.
Sus ganancias son envidiables. Por cuatro días a la semana gana en promedio 6 mil pesos. A veces más, dice entusiasta. Hasta con satisfacción platica que ha habido días en los que ha logrado vender 260 dosis que a la postre le significan una ganancias neta de dos mil 600 pesos.
Encima carga una bolsa con 10 dosis, pero escondidas en el carro trae consigo otras seis bolsas con 10 dosis cada una. Cuando acaba la mercancía tiene que volver a la madriguera para recargar el combustible.
Durante uno de los días que me permitió acompañarlo en su jornada laboral me comentó que en ocasiones algunos policías andan con él para resguardarlo.
Su confesión me pareció un alarde, pero grande fue mi sorpresa cuando en otro momento corroboré sus palabras. Un agente de la Policía Estatal anduvo con él recorriendo la ciudad por espacio de cuatro horas a cambio de unas grapas.
Mario dice que los único que permite sobrevivir a las personas en este ambiente es el hecho de no trasgredir los códigos establecidos. Mientras no te pases de lanza, no chingues a la gente y entregues buenas cuentas las cosas salen bien. Si te pasas te carga la chingada.
En las corporaciones policiacas las cosas se manean igual. De repente necesitan chivos para presentarlos a la prensa. Si te apendejas te agarran, te sacan una fotos y le dicen a los reporteros que todo fue un gran esfuerzo de investigación, pero la neta patrón es pura mamada, aquí todo esta controlado, nadie se pasa porque todos están adentro.
Por eso debe creerle al de Seguridad Pública. En Veracruz ni Zetas ni Pelones, el control lo tienen los Shakas veracruzanos y los policías y nadie más.