Se quejan campesinos del TLC y transgénicos
*En 2003 se formó una red de defensa del maíz
*“Hay que defender nuestras semillas y la cultura que tenemos”, aclaman
*Es urgente e importante practicar una agricultura sostenible
*“Hay que defender nuestras semillas y la cultura que tenemos”, aclaman
*Es urgente e importante practicar una agricultura sostenible
Carolina Cruz
Durante el tema “Movimiento campesino y social frente a la nueva etapa de la globalización”, abordado en el VI Congreso de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER) celebrado en Veracruz con el apoyo de la Universidad Veracruzana (UV) y que culminó el pasado 26 de octubre, los campesinos hablaron sobre las acciones necesarias para la producción, la seguridad alimentaria y el medio ambiente.
En el foro “La voz de los actores”, Cristina Barros, participante de la campaña “Sin maíz no hay país y sin frijol tampoco”, explicó que en 2003 se formó una red de defensa del maíz, en la que participan organizaciones como la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, Vía Campesina y diversos movimientos indígenas.
Las movilizaciones de esta campaña son un esfuerzo que se inició recién el 25 de junio de 2007 y tendrá una duración de seis meses. Empezó con la siembra simbólica de maíces en el zócalo y en el monumento a la Revolución en la Ciudad de México; se han realizado varias conferencias para llamar la atención de los políticos, los consumidores urbanos de maíz y los productores del campo, dijo Barros.
Dijo que los campesinos buscan el libre ejercicio de lazos de solidaridad entre productores y consumidores; asimismo, explicó que la campaña pretende sacar al maíz y al frijol del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, instalar un mecanismo permanente de administración de las importaciones y exportaciones de maíz y frijol (con sus derivados y subproductos) por el Congreso de la Unión, prohibir la siembra de maíz transgénico en México, y proporcionar protección y mejoramiento del patrimonio genético de los maíces mexicanos, incentivar la producción de maíces nativos y orgánicos.
Los campesinos reclamaron que se pruebe el Derecho Constitucional a la Alimentación por la Cámara de Diputados y la Ley de Planeación para la Soberanía y Seguridad Agroalimentaria y Nutricional por la Cámara de Senadores, luchar contra los monopolios del sector agroalimentario, evitar el acaparamiento y la especulación, así como la publicidad engañosa de alimentos “chatarra”, promover que el maíz mexicano y que las expresiones culturales que involucra se inscriban tan pronto como sea posible en la Lista de Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Araceli Carreón, de Greenpeace, sostuvo que “hay que defender nuestras semillas y la cultura que tenemos”. Hizo énfasis en los riesgos a la salud que implica el consumo de alimentos transgénicos, cuyas manifestaciones se verán a corto y largo plazo. Señaló que en México no existen aún estudios que documenten los posibles efectos en la salud humana.
En su opinión, las autoridades deben actuar bajo el principio de precaución para evitar consecuencias negativas en tanto no se realicen investigaciones en este sentido.
Resaltó que las críticas a los cultivos transgénicos son múltiples porque sólo son semillas rentables si se siembran en grandes extensiones y bajo una tecnología que México tendrá que comprar, lo que repercutirá en contra de los maíces nativos y los pequeños productores.
También los transgénicos de maíz, al liberarlos al medio ambiente, pueden ocasionar problemas en otros organismos de la naturaleza y contaminar el agua.
En opinión de la activista este asunto representa un problema del tamaño del cambio climático global y “no lo estamos percibiendo en su verdadera gravedad”.
Destacó que los transgénicos en México aparecen en dos de cada tres productos de los mercados de grandes superficies, sin que los consumidores tengamos la posibilidad de elegir qué comer.
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