Itinerario Político
Ricardo Alemán
PRD: más que Jesús y Andrés
*‘Los Chuchos’ han aprendido que el poder de la oposición leal es una moneda de cambio rentable
El grupo ya trabaja en la construcción de un candidatopresidencial para la elección de 2012
Contra lo que muchos suponen —al reducir la disputa por la dirigencia de los amarillos a un mero asunto de daltonismo político—, en los próximos 60 días el Partido de la Revolución Democrática enfrentará una dis- yuntiva que podría resultar histórica en cualquiera de sus vertientes: confirmarse como la cuarta etapa del PRI, si el ganador resulta ser Andrés Manuel López Obrador, o consolidarse como el partido de la izquierda, capaz de la revolución democrática, si el ganador es Jesús Ortega.
En los dos casos, el PRD resultante de la disputa que veremos en la primera mitad del próximo marzo se alejará paulatina, pero consistentemente, de lo que vimos en los primeros 18 años de vida del partido amarillo. Y es que si López Obrador se confirma como dueño de los amarillos, abonará al nacimiento de una corriente política socialdemócrata emergente —que ya está en gestación y que en buena medida es impulsada por Los Chuchos—, que tarde o temprano migrará del PRD en grandes proporciones. Pero si Los Chuchos se hacen del control del partido amarillo luego de una larga marcha de más de una década, el éxodo estará a cargo del grupo de AMLO. Y por supuesto que no hay horario ni fecha en el calendario para la migración o el éxodo anunciados.
En todo caso, lo que está claro es que, sea un éxodo o se trate de una migración, cualquiera de los fenómenos se producirá antes de julio de 2012. ¿Y por qué esa certeza? Porque las señales políticas apuntan en esa dirección —más que pretender adivinar en una bola de cristal—, y porque más allá del ropaje de esas señales, su intención está a la vista de todos.
Así, y en orden arbitrario empezaremos por Los Chuchos. Y se puede intentar todo un tratado sobre su origen y afluentes, pero podría bastar con decir que se trata de un grupo que a lo largo de su vida aprendió que el poder de la oposición leal —que no pocos ven, no sin razón, como sinónimo de transa— es una moneda de cambio rentable para el arte de la política. Moneda idéntica y hasta con los mismos actores a la utilizada por AMLO en sus tiempos de presidente del PRD, lo que lo llevó a los cuernos de la luna y al poder real desde 1996. Es decir, que la película que vieron Los Chuchos desde julio de 2006 es la misma que ya habían visto luego de las elecciones de 1988 y de 1994. Y la estrategia que siguen hoy es la misma que siguieron entonces, con los buenos resultados que todos conocen, por ejemplo, llevar al PRD a la antesala del poder presidencial.
Pero hay más. Desde su fuerte influencia en el Congreso, el grupo de Los Chuchos se ha confirmado como una pieza fundamental del engranaje que hace posible el funcionamiento político del Estado, si bien carente de grandes logros, sí con una solvencia mucho mayor que la vista en el sexenio anterior. En pocas palabras, se debe reconocer que ese sector del PRD, el de Los Chuchos, es ya una pieza insustituible del engranaje del Estado, y por ello se ha ganado el derecho de protección del propio Estado. ¿Qué quiere decir eso? Que en momentos de crisis que pudieran poner en peligro al grupo de Los Chuchos —convertido en engranaje del Estado—, vendrán en su auxilio otras instituciones del propio Estado, como puede ser el Ejecutivo, el partido en el poder y, por increíble que parezca, hasta el PRI.
Y el mejor ejemplo lo vimos apenas el 13 de diciembre pasado, cuando acudieron en auxilio de Los Chuchos —frente a la embestida de AMLO que pretendió imponer a uno de los suyos como presidente del IFE— no sólo las representaciones legislativas del PAN y el PRI, sino hasta el propio presidente Calderón. ¿Qué fue lo que pasó en esa fecha? A muchos traiciona la amnesia, pero vale recordar que AMLO presionó con todo para imponer al ministro de la Corte Genaro Góngora como presidente del IFE. El PRI y el PAN se negaron, y eso dejó atrapados en la disputa a Los Chuchos, que en cualquiera de los escenarios posibles resultarían derrotados, sobre todo frente a la elección de la nueva presidencia del partido, prevista para el mes de marzo próximo. ¿Y cuál fue la salida?
Una tregua propuesta por Los Chuchos en el Congreso, que aceptaron gustosos PAN, PRI y el propio Calderón. Así, los nuevos consejeros del IFE serán seleccionados a finales de febrero, unos días antes de que sea electo el nuevo presidente del PRD. Y con ello se desactiva la presión de AMLO contra sus adversarios. Y si aún hay dudas de que PRI y PAN han salido en auxilio de Los Chuchos, se debe recordar que juntos, PRI, PAN y PRD en el Congreso, preparan una iniciativa energética para detonar el desarrollo de Pemex y en general el sector energético, y que con ello le quitaron a AMLO las banderas contra la supuesta privatización de la paraestatal. Más “carnita” para los escépticos. Resulta que el grupo de Los Chuchos ya trabaja en la construcción de un candidato presidencial para 2012, que por supuesto no será ni AMLO ni Marcelo Ebrard, sino un ciudadano independiente, vinculado con sectores intelectuales y con amplio reconocimiento social.
Frente a eso, el señor López Obrador insiste en la ruta de romper la institucionalidad, construir su propio partido, y con el señuelo del Frente Amplio Progresista, un etéreo —ni es frente ni amplio ni progresista—, empezó a pintar su raya respecto a Marcelo Ebrard y al parecer se encamina hacia la ruta de la cuarta etapa del PRI. Las señales son claras. AMLO ya entendió que su carnal Marcelo traza su propia ruta rumbo a 2012. Por eso, a pesar de que todo estaba listo para que Manuel Camacho asumiera la jefatura del FAP, al final entregó esa posición a Porfirio Muñoz Ledo. ¿Por qué? Porque los salinistas ya no son confiables para AMLO. ¿Y quién puede hacer posible el anhelo de construir y encabezar la cuarta etapa del PRI? Pues nada menos que el mago de la política, el inteligente y trapecista Porfirio Muñoz Ledo.
De esa manera, lo que veremos en los próximos 60 días en el interior del PRD podría ser la gestación de tres candidaturas presidenciales, de un solo origen, pero con objetivos distintos. El espíritu santo en la política.
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